La tragedia del puente abierto

Si hay algo que de verdad valoran los neerlandeses es el tiempo. Más concretamente, el tiempo libre. Por este motivo, tienen la sana costumbre de ser respetuosos con el tiempo de los demás y procuran ser puntuales cuando quedan con alguien a una hora determinada. Sin embargo, como humanos que son, a veces llegan tarde. Diría que al menos en un 90% de esas ocasiones la culpa la tuvo un puente.

Como ya he comentado en publicaciones anteriores, en los Países Bajos hay agua por todas partes, ya sea en forma de ríos, canales, lagos o estuarios. Esta característica es muy favorecedora para el tráfico marítimo (recordemos que en Róterdam se encuentra uno de los puertos más grandes e importantes del mundo, como indiqué en el artículo “Entendiendo Róterdam”) pero, ¿qué pasa con el transporte por carretera? “No pasa nada, seguro que hay suficientes puentes”, estarás pensando. Pues sí, suficientes sí hay, pero tienen sus particularidades.

Verás, en un país acuoso que tiene su economía basada en la industria y el comercio, el transporte por barco resulta esencial para el correcto funcionamiento de los negocios (por no hablar de algún que otro pueblo -como Giethoorn- constituido por pequeñas islitas donde no existen las carreteras y los únicos medios de transporte posibles son la embarcación o la bicicleta). Por este motivo, el tráfico marítimo debe ser fluido, sin paradas ni obstáculos. Sin embargo, hay muchos puentes bajos, es decir, sin espacio suficiente entre ellos y el agua para que circulen por debajo embarcaciones de cierto tamaño. ¿Qué sucede en estos casos? Pues se abren los puentes cada vez que va a pasar un barco grande, lo que viene a ser un montón de veces al día.

El proceso es el siguiente: cuando se aproxima un barco grande, con suficiente antelación suena una alarma en todo el puente y sus alrededores, los semáforos a la entrada se ponen en rojo y se bajan las barreras de acceso y de salida. Pasados unos segundos, cuando se confirma a través de cámaras que ciertas zonas del puente están despejadas de vehículos y peatones, el puente se abre, lo que quiere decir que sus diferentes partes o secciones entran en movimiento y se separan las unas de las otras, de manera que dejan suficiente espacio para que los barcos puedan circular. El mecanismo de apertura difiere según la forma en que fuera construido cada puente -ver fotos más abajo-. Durante todo este tiempo, el tráfico por carretera queda paralizado durante un rato, que suele durar entre 20 y 30 minutos, en función de cuántos barcos vayan a pasar seguidos unos detrás de otros. Posteriormente, cuando el barco ha pasado y el puente vuelve a cerrarse, se levantan las barreras, se ponen los semáforos en verde y se restablece el tráfico por carretera.

Carteles con mensajes como “apague el motor mientras espera” son frecuentes en los accesos a los puentes. Hay quienes se impacientan y lo viven casi como una tragedia (imagínate que, por ejemplo, cada día para ir al trabajo tengas que contar con al menos veinte minutos más de desplazamiento, por si acaso se abre algún puente por el camino). Hay quienes se lo toman con filosofía y salen del coche, estiran las piernas y se fuman un cigarro mientras observan los barcos pasar, o aprovechan para hacer una llamada de teléfono. En cualquier caso, si llegan tarde a una cita, culpan al puente y lo maldicen, asegurando estar hasta la coronilla del mismo.

A lo mejor a estas alturas te estás preguntando qué pasa con los servicios de urgencias como ambulancias, policía, bomberos, etc. Buena pregunta es esa. A veces se les ve parados también a la espera de que el puente vuelva a cerrarse; en estos casos, el resto de vehículos se apartan para dejarles avanzar hasta la primera fila y que puedan volver a circular con rapidez. También se ven con bastante frecuencia helicópteros-ambulancia o de la policía. Qué criterios siguen estos servicios para optar por un medio de transporte u otro supongo que dependerá de la urgencia de cada misión, pero la verdad es que no lo sé con certeza. Si tienes más información acerca de este tema, no dudes en compartirla en la sección de comentarios.

Como breve anécdota te contaré que cada vez que me he encontrado un puente con un mecanismo de apertura que no hubiera visto anteriormente, he procurado pararme a hacerle una foto porque me resultaba curioso, como algo característico del país, y quería dejarlo plasmado en una imagen para el recuerdo. Los neerlandeses a mi alrededor, sin embargo, nunca han parecido entender la gracia del asunto y siempre me han mirado con cara de desconcierto, y es que no son ellos muy entusiastas de los puentes, por el tiempo que les “roban” de sus vidas.

Por último, te dejo un vídeo que grabé en una ocasión en que dio la casualidad de que llevaba la cámara de fotos un día que quedé en primera fila cuando el semáforo de acceso a un puente se puso en rojo. Está editado para que se vea a cámara rápida, espero que te resulte curioso de ver.

¿Te imaginas ir por la autovía y ver de repente un montón de luces rojas y una barrera bajando porque se va a cortar la carretera? Si quieres más información acerca de cómo se maneja el agua en los Países Bajos, dirígete a la publicación “Kinderdijk o el sitio de los molinos”.

¡Que pases un buen día! Fijne dag verder!